CONSEJAZOS PARA SOBRELLEVAR LA VUELTA AL TAJO

Empecemos el post con una buena noticia:

–>El síndrome postvacacional se ha reducido por la crisis económica y se convierte en un privilegio el tener un trabajo. Es importante sentirnos como privilegiados en un país con una tasa de paro tan alta. Gozamos de un periodo de vacaciones gracias a que tenemos empleo…

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Inexplicablemente, un año más se han acabado las vacaciones a la velocidad del rayo. Y ahora hay que ponerse de nuevo la máscara de trabajador y darlo todo. La vuelta es dura pero siempre podemos poner algo de nuestra parte para conseguir que la vuelta no se convierta en un problema añadido.

Tras una larga lectura de los muchísimos consejos para sobrellevar la vuelta al trabajo en muchos artículos, aquí os dejamos sin duda una lista de los mejores y más funcionales:

  • Se positivo: Al menos tienes un trabajo al que regresar, has pasado unas buenas vacaciones y la Navidad está a la vuelta de la esquina. Además, ¿algo positivo tendrá también tu trabajo no?

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  • Hazte una lista de temazos animados y ¡levántate cada día de la semana con alegría al ir al trabajo!

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  • Cambia de look. Puede ser un nuevo peinado, un nuevo pintalabios, dejarte barba o bigote, usar tacones o ponerte unas bambas, etc… Tiene su rollo verse a uno mismo con una estética diferente.

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  • Retorno progresivo: retomar a mitad de semana por ejemplo. Esto favorece una primera toma de contacto, conocer cómo están las cosas para organizarte de nuevo y empezar con buen pie, tomando el control de la nueva situación sin que resulte tan abrumador.

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  • Pedir Información: Que tus compañeros de confianza te pongan al día de lo acontecido y te orienten en qué punto están las cosas.

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  • Organizarse y Priorizar: Una vez conocida la situación y las tareas a abordar establece prioridades. Estima los tiempos que te suele llevar cada cosa para no saturar tu planificación de tareas que luego se quedan sin abordar. Aprende a posponer. Lo que se quede sin hacer se planifica para el próximo día. Cuenta con que a la vuelta de vacaciones nuestra concentración puede estar algo más dispersa hasta que nos readaptemos a la rutina, los horarios, las responsabilidades. Tenlo en cuenta para planificar los tiempos y sé flexible.

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  • Aprender a cortar: es posible aprender a poner límites y optimizar el tiempo de trabajo. De nosotros depende que ir a trabajar sea algo llevadero (e incluso podamos disfrutar con ello) o se convierta en una carga pesada. Habitualmente cuanto menos tiempo tenemos para cumplir las obligaciones, mejor nos organizamos, por lo que oblígate a cumplir un horario y trata de ser productivo en él.

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  • Fomentar una buena relación con los compañeros. Es importante tener comunicación con los compañeros, cuidar la relación con ellos, buscar su apoyo, hacer equipo e incluso delegar. Si se reparte la carga de trabajo, la vuelta a la oficina será más llevadera.

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  • Date descansos: Los niveles atencionales fluctúan por diversos factores (cansancio, estados emocionales, enfermedades…). El nivel concentración y rendimiento sigue una curva: se incrementa progresivamente hasta llegar a un periodo de concentración máximo, para luego reducirse progresivamente debido al efecto de la fatiga. Esto indica que nuestros recursos físicos y cognitivos se han agotado y es necesario “recargar”. Tenlo en cuenta para tu organización: Intenta empezar con las tareas más rutinarias (al principio de la jornada) para pasar a lo que exige más recursos, terminando por tareas menos exigentes (al final de la jornada). Introduce descansos cuando detectes la aparición de la fatiga, de duración suficientemente para relajarte y recuperar energía (muévete, respira profundo, come algo…), pero no tan largos como para perder el hilo de la tarea y que cueste retomarla.

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  • Personaliza tu lugar de trabajo y sé ordenado: Dale un toque personal: Los adornos, las fotos de personas queridas, de viajes o lugares que nos generan emociones positivas… ayudan a hacer el ambiente de trabajo más agradable y “más nuestro” (asociamos el entorno de trabajo con las emociones positivas que esos objetos nos provocan). Así mismo, tener el entorno de trabajo ordenado ayuda a rendir mejor, ahorra tiempo a las tareas y aporta más tranquilidad.

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  • Practica el disfrute: Volvemos al trabajo pero no nos convertimos en esclavos. Ya no estamos de vacaciones pero se trata de hacer que la vuelta no suponga una “condena”. Podemos y debemos seguir buscando momentos de disfrute diarios. Hacer actividades y planes que nos entretengan, relajen y ayuden a desconectar al salir del trabajo.

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Hay cosas del trabajo que no podemos cambiar, por eso se trata de modificar en nuestro favor aquellas cosas que están en nuestra mano para hacer la vuelta (y el día a día) más llevaderos.

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¿QUÉ ES LA ANOSOGNOSIA?

La anosognosia es un síntoma frecuente en el daño cerebral adquirido y sobrevenido, que se caracteriza por la falta de conciencia de los propios déficit, es decir, se trata de personas que en presencia de evidentes signos de declive (cognitivos, conductuales, funcionales o emocionales), no son conscientes de sus nuevas limitaciones.Las personas que sufren anosognosia pueden ignorar parcialmente sus déficit, ya que se han documentado casos en los que existía conciencia de unas limitaciones pero no de otras.

Los primeros hallazgos sobre este fenómeno datan de principios del siglo XX, donde se les solicitaba a pacientes con hemiplejia izquierda por ictus en el hemisferio derecho que levantaran ambos brazos. Cuando se les pedía que levantaran el brazo derecho lo hacían sin problema, pero cuando les tocaba levantar el izquierdo no contestaban o decían que ya lo habían levantado.

Desde el momento en que se puso nombre a este síntoma tan característico, se empezaron a documentar signos de anosognosia en multitud de pacientes con daño cerebral adquirido y sobrevenido. Resulta muy llamativo ver pacientes que creen ver perfectamente cuando sufren una evidente ceguera cortical por daños en el lóbulo occipital, o ignoran que se olvidan de ciertas cosas como el nombre de familiares, y no se sorprenden de ello.

Resulta evidente que si este fenómeno se produce tras una lesión en el tejido cerebral, debe existir una localización específica que ocasione estos síntomas, ¿verdad? Pues en realidad esto no funciona así, ya que aunque lesiones en determinadas áreas cerebrales provoquen alteraciones neuropsicológicas concretas, el cerebro funciona como un todo y una misma lesión puede provocar diferentes alteraciones. No obstante, sí que existen estructuras implicadas en la aparición de algunas alteraciones.

La presencia de anosognosia es más frecuente en personas que sufren daño cerebral sobrevenido como trastornos neurocognitivos: Alzheimer, demencia frontotemporal, etc;  y en personas con daño cerebral adquirido, especialmente accidentes cerebrovasculares que cursan con hemiparesia.

No siempre es recomendable hacer consciente a estas personas de sus limitaciones.

Es importante informar a los familiares y cuidadores sobre este fenómeno para evitar que se realicen esfuerzos por aumentar la consciencia sobre los déficit. En el caso de trastornos neurocognitivos que impliquen déficit mnésico, no solo no resulta productivo confrontar al paciente sobre sus limitaciones, si no que además aumenta el malestar del paciente.  Por ello es importante consultar con un especialista la mejor manera de abordar cada caso en particular.

            En resumen, la anosognosia es un fenómeno muy común entre la población que nos ocupa, y aun resulta desconocida para la gran mayoría de personas. El diseño de la intervención y la rehabilitación, tanto en el hogar como en el centro de día, deben tener en cuenta la presencia o no de este síntoma y abordar el caso en función del mismo.

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¿Sabes cuidarte adecuadamente? Pautas básicas de autocuidado

El autocuidado es la propia capacidad para satisfacer nuestras necesidades en los diferentes niveles personales. En el post de hoy vamos a ver en qué consiste y de qué manera podemos cultivarlo.

Siguiendo a Mosquera (2004), cuidarse bien consiste en (1) tratarnos como tratamos a las personas a las que más queremos; (2) ser realistas con nosotros mismos, asumiendo nuestras responsabilidades al tiempo que nos respondemos con cariño ante el error; (3) reconocer y validar nuestras necesidades; (4) protegernos ante situaciones y personas que nos dañan y (5) encontrar un equilibrio entre nuestras necesidades y las ajenas.

Este tratarnos como si fuéramos nuestro mejor amigo podemos aplicarlo a los diferentes contextos personales: físico, emocional y social. Veamos algunos ejemplos.

A nivel físico, me cuido adecuadamente cuando duermo todo lo que necesito; me alimento bien; hago ejercicio; acudo a mis citas médicas cuando son necesarias y no en último término o me aseo/arreglo incluso cuando no me siento bien.

A nivel emocional, respeto mis necesidades cuando me permito mis distintas emociones; cuando me siento mal y hago cosas para sentirme mejor en lugar de peor; cuando pido ayuda, tanto relacional como profesional, si siento que no puedo solo; cuando intento ver la función de mi emoción y satisfacerla en lugar de evitarla o acallarla, a veces, con estrategias autodestructivas.

A nivel social, satisfago mis necesidades cuando existe un equilibrio entre mis responsabilidades y mis actividades ociosas; cuando expreso lo que me daña o lo que deseo, respetando también al otro; cuando pongo límites; cuando acepto y hago cumplidos y cuando acepto la ayuda del otro.

Recuerda que igual que ponemos hincapié en mejorar nuestra relación con los demás, es importante mirar hacia adentro y ver cómo interactuamos con nosotros mismos.

A veces, están tan enquistadas ciertas formas de auto-relación, que nos cuesta ver que no nos tratamos de la mejor manera o que, aunque viéndolo, nos cuesta hacerlo de otra manera. En esos casos es importante que valoremos la posibilidad de pedir ayuda a un profesional. Y es más, no es necesario dejar creer o esperar un malestar para buscar opciones de cambio, igual que mejoro mi inglés aunque tenga un buen nivel, puedo mejorar cómo me relaciono conmigo mismo aunque no tenga síntomas.

Mosquera, D. (2004). Apartado IV. El autocuidado en Diamantes en bruto II: Manual psicoeducativo y de tratamiento del trastorno límite de personalidad. Edición Pleyadés, S.A.

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Mi hija/o aun no habla ¿Cuánto debo esperar?

Si preguntamos a padres y madres cuándo empezó su hijo o hija a caminar, la respuesta suele ser muy precisa. Sin embargo, si preguntamos por la edad en que comenzó a hablar, la respuesta se vuelve más difícil. Esto se debe a que tardamos mucho tiempo en aprender a hablar.

Las reglas generales del neurodesarrollo que rigen la adquisición del lenguaje pueden resumirse en que:

  • Es secuencial – sucede en todos los niños y niñas más o menos al mismo tiempo con un patrón similar.
  • Es uso-dependiente – el lenguaje surge de la interacción con otros/as.
  • Hay un período crítico para su aparición – no puede aparecer antes de que el cerebro esté maduro para albergarlo, ni después porque luego será mucho más difícil.

Para aprender a comunicarse y a hablar el niño o la niña tiene que poder recibir y emitir señales lingüísticas, y tener la oportunidad de interactuar con otras personas. Las etapas por las que pasa todo niño o niña en este aprendizaje pueden resumirse en:

1. Etapa pre-lingüística

Los diferentes tipos de llanto, la mirada del bebé y su sonrisa. Luego emitirá sus primeros sonidos («j, k»), vocalizará jugando con su voz («aaa, ooo, eee») y por fin encadenará una misma sílaba («ta-ta-ta-ta»). También comenzarán a señalar para pedir, en torno a los 12 meses.

2. Etapa de una palabra

Durante aproximadamente los próximos 6 meses el habla del niño o la niña se caracteriza por el uso de palabras simples para objetos y situaciones cotidianos  («agua», «pan», «dormir»)

3. Etapa de las dos palabras

Comienzan a unir solo dos palabras, y no siempre permite comprender el sentido. El contexto permitirá al adulto o a la adulta comprender el significado y así se va estableciendo la comunicación. En este proceso el niño o la niña habla y recibe una respuesta, por lo que la comunicación ha funcionado y eso le anima a seguir hablando. 

4. Habla telegráfica

Lo siguiente es combinar todas las palabras que conoce de forma ordenada en oraciones. Pero aún no domina las preposiciones, los artículos ni los pronombres. Dice cosas como: “Nene quiere agua”.

5. Dominio del lenguaje

Con la ampliación del vocabulario, el uso de preposiciones, pronombres y tiempos verbales, empieza el caos… Es frecuente que a los tres años se produzca una etapa de confusión en la que el niño mezcla las formas verbales y pronominales de forma inadecuada «te quiero darte un beso»,

Poco a poco esto se irá corrigiendo. Los errores son normales y necesarios porque el niño está aprendiendo a utilizar el lenguaje, intenta averiguar cómo funciona al mismo tiempo que lo usa para comunicarse.

Los niños y niñas no aprenden a hablar por imitación, aprenden a hablar hablando y probando las distintas variaciones que se le ocurren cuando usa el lenguaje. Además, aprenden mucho antes a comprender el lenguaje que a expresarse. Como en cualquier otra cosa, la práctica del lenguaje es lo que facilitará su aprendizaje. Aunque los padres y las madres entiendan lo que quiere su hijo o hija, deben ayudarle a que se esfuerce a hablar para que el resto también le entiendan.

¿Qué pasa cuando mi hija/o no comienza a hablar aun con dos años?

Aquí podemos encontrarnos con dos situaciones:

–       Retraso simple del habla

Sucede en un niño o niña sin otras dificultades en el neurodesarrollo. No tiene problemas para comprender, pero no puede expresarse hablando. Puede emitir sonidos o grupos de sonidos, pero no sabe ordenarlos ni diferenciarlos dentro de una palabra. Tiene intención de comunicarse, aunque a veces puede sentirse inhibido si el contexto familiar, escolar o lúdico no le acompaña. Es un retraso porque se produce más tarde, pero acabará hablando entre los 3 y los 5 años de edad. Es un problema transitorio, que en la mayoría de casos se resuelve por sí solo y no tiene repercusiones en el desarrollo posterior.

–       Trastorno del lenguaje

Decimos que hay un trastorno, una alteración, del lenguaje, cuando además de un retraso en el inicio del habla –sus primeras palabras no aparecen hasta los 2 años o más– aparecen otros problemas en el desarrollo del lenguaje.

  • Fonológicos (Le cuesta pronunciar ciertos sonidos)
  • Semánticos (El vocabulario está reducido a los objetos de su entorno y le cuesta aprender conceptos abstractos como formas, colores, etc.)
  • Morfosintácticos (Las frases son telegráficas y cortas)
  • Pragmáticos (No tiene intención comunicativa).

Nadie conoce mejor a un/a hijo/a que sus padres y madres. Sigue tus instintos y si estás preocupado por el desarrollo de tu hijo, consulta cuanto antes. Nunca te quedes con una duda.

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Mobbing o Burnout: ¿Qué saber sobre el mobbing?

Podemos confundir, en muchas ocasiones, el mobbing y el burnout. Sin embargo, son problemas de salud laboral totalmente distintos. Si no atajamos el problema, ambos podrían derivar en episodios de absentismo laboral e, incluso, podrían terminar en el abandono del puesto de trabajo.

¿Qué es el burnout?

Cuando el estrés laboral va más allá, podemos hablar de burnout. Se trata de un síndrome en el que nos sentimos quemados del trabajo por, probablemente, una falta de adaptación al mismo. El burnout surge cuando se percibe un desequilibrio entre las expectativas de uno y la realidad del día a día en el trabajo. Sin embargo, no debemos confundir el burnout con el mobbing.

¿Qué es el mobbing?

El mobbing surge entre dos o más personas y se encuentra dentro de la categoría de acoso, es una forma de abuso psicológico en el ámbito laboral.

Las personas que sufren mobbing suelen ser envidiadas por distintas características, suelen ser personas muy creativas, suelen tener mucha empatía y valores éticos arraigados y, además, suelen ser muy competentes en sus labores. En estos casos, es posible que el acosador los vea como una amenaza para su posición dentro de la empresa, por lo que utilizan el mobbing a modo de defensa de su propia integridad. Por lo general, las víctimas de mobbing no suelen reaccionar ante los primeros síntomas de acoso laboral, no son conflictivas y además, suelen ser personas a las que les cuesta poner límites y entrar en conflictos aunque sea para defender sus propios derechos.

El resultado del mobbing suele ser un daño psicológico y emocional para la persona que lo sufre. Sufrir mobbing puede derivar en trastornos psicológicos y, entre las consecuencias más comunes, encontramos ansiedad, depresión, somatizaciones, ataques de pánico e incluso síndrome de estrés postraumático.

Mientras que en el burnout surge el conflicto entre la persona y el trabajo, en el mobbing, el conflicto se presenta entre personas. Además, para que lo que está ocurriendo pueda considerarse mobbing debe darse violencia psicológica de forma mantenida en el tiempo y, además, debe tener el objetivo de perjudicar a la persona que la sufre.

¿Qué señales puedo observar cuando sufro mobbing?

El acosador, suele tener características muy diferentes a las de la víctima, son personas con pocas capacidades en las relaciones sociales, carecen de empatía y por lo tanto de culpa ante lo que están haciendo, tienden a la mentira compulsiva, a manipular, son envidiosos y además, tienen un estilo de vida parasitario, es decir, que viven gracias a lo que consiguen de los demás. El problema es que estas personas han desarrollado muy bien sus habilidades para manipular y manejar al otro haciendo que sea la víctima la que se sienta culpable. Si estás siendo víctima de mobbing, es posible que te sea difícil identificarlo. Por todo esto, ¿qué señales pueden encender la alarma?:

  • Se fomenta que no se hable entre compañeros.
  • Se hace de menos tu trabajo por mucho esfuerzo que hagas.
  • Se te asignan tareas que ponen en peligro tu dignidad o salud.
  • Se distorsiona lo que dices para hacerte quedar mal y justificar que puedas perder el trabajo.
  • Se difunden rumores sobre ti para dañar tu imagen.
  • Estás recibiendo un trato injusto en lo relacionado con la remuneración.
  • Se ignoran tus preguntas tanto de forma verbal, como escrita.
  • Se habla mal de ti al resto de compañeros.
  • Se tergiversa lo que dices y se pone en tu contra.
  • Se te están dando informaciones falsas.
  • Se te trata como si fueres invisible.
  • Se te asignan tareas muy por debajo de tu capacidad.

¿En qué puede derivar si no me cuido del mobbing?

En estos casos, es muy fácil que la autoestima se vea deteriorada e incluso que aparezcan sentimientos de culpa por cosas de las que realmente no se es responsable. Podemos encontrar síntomas como insomnio, hipervigilancia, fatiga, etc., y llegar a sufrir depresión, ansiedad o un malestar muy intenso al empezar un nuevo trabajo.

En cualquier caso, es muy importante tomar medidas lo antes posible si se sufre mobbing, ya que el daño psicológico puede ir aumentando según pasa el tiempo. Recuerda que el Código Penal español tipifica el acoso laboral como un delito contra la integridad moral que puede conllevar penas de prisión o elevadas multas.

Además, en caso de sufrirlo, no solo es necesario contar con apoyo legal, sino también psicológico. Este tipo de apoyo será necesario para poder recuperar el bienestar y, lo ideal, sería no tratar únicamente el síntoma, sino tratar la problemática en su globalidad. Dentro de la intervención estipulada para el mobbing, en un primer nivel, encontramos el desahogo psicológico, con el objetivo de que se facilite el procesamiento emocional a través de la ventilación, normalización de las reacciones y preparación para futuras experiencias.

Desde el ámbito de la psicología, trabajamos con el objetivo de asesorarte y darte la oportunidad de vivir de forma más satisfactoria y con un número mayor de recursos. Existen intervenciones individuales y grupales, y ambas, pueden ayudarte si has vivido o estás viviendo una situación desagradable como esta.

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¿Qué es la Psiconutrición?

Es el uso de las técnicas psicológicas, tanto conductuales como contextuales, encaminadas a conseguir tener una mejor relación con la comida.

Hasta hace no mucho tiempo, cuando una persona quería perder peso, ya sea por motivos de salud, estéticos o cualquier otro, todo lo que podía hacer era ir a un nutricionista a que le pusiesen una dieta, pero,  por suerte, cada vez más veces nos encontramos que junto al nutricionista trabaja también un psicólogo que nos puede ayudar a que este proceso de cambio se mucho más llevadero.

¿Por qué es importante?

 Es importante porque seguir una dieta implica un cambio muy grande en nuestra vida y que, sino aprendemos a gestionarlo de manera adecuada, lo más normal es que acabemos rindiéndonos, o que consigamos nuestro objetivo de bajar de peso, pero no el de hacer un cambio de estilo de vida, por lo que en cuanto nos veamos bien y dejemos la dieta recuperaremos el peso perdido.

Hoy en día, hemos aprendido a valorar mucho más nuestra salud, por encima de otras cuestiones a las que podíamos dar más importancia, y es por esto, que desde todos los ámbitos se intenta promover un estilo de vida saludable.

Un estilo de vida saludable no consiste en llevar una dieta durante un tiempo determinado, o realizar un tipo de ejercicio puntual, un estilo de vida saludable es justo eso, un estilo de vida, por lo que debe ser un conjunto de cambios que podamos mantener en el tiempo. Generalmente, estos cambios suelen ser de alimentación y de actividad física. El problema, es que la mayoría de las personas no quieren someterse a estos cambios, porque, a pesar de lo que pueda parecer, estos cambios influyen mucho a nivel social, y es ahí donde más falta hace la ayuda del psicólogo.

Cuando comenzamos una dieta puede parecer que la parte más difícil es la de no salirnos de las comidas que tenemos programadas por nuestro nutricionista, pero la realidad es que es mucho más difícil controlarlo a nivel social. La mayoría de las personas que conozco que viven solas y hacen dieta me dicen siempre lo mismo: “no me cuesta mantenerla entre semana si no hago muchos planes, pero es que es llegar el finde…y es imposible! O me quedo en casa sin hacer nada o si salgo es muy difícil”.

 Y no es tan difícil porque no sepamos qué podemos comer fuera de casa, el problema suele ser la presión de grupo: ¿Cuántos de los que habéis hecho dieta no os habéis encontrado con frases del estilo “por un día no pasa nada” “para algo lo haces tan bien entre semana” “por un poco no pasa nada” “no seas sosa/o, cómete un trocito solo” y un largo etc.? Es muy importante que aprendamos asertividad para poder salir de estas situaciones sin perder el apoyo social y a la vez sin tener que ceder a comer cosas que no queremos comer porque seguimos una dieta. Por esto mismo es fundamental aprender técnicas asertivas para saber decir que no.

Además de esto, hay algunas recomendaciones que podemos seguir para que nos cueste menos cumplir con la dieta:

  • La pérdida de peso debe ser paulatina, nunca excesivamente brusca. Lo que se pretende al instaurar una dieta es que las modificaciones que haga en sus comidas sean duraderas y no pasajeras. Lo importante es cambiar de hábito dietético. La pérdida de peso debe ser lenta y progresiva, 1 o 2 kilos al mes es un objetivo razonable.
  • No debe seguirse una dieta si no es bajo control médico-dietético
  • Comer menos no significa comer peor o con monotonía
  • Utilizar alimentos de bajo rendimiento calórico, como las verduras, le permitirán comer mayor cantidad de ellos y la sensación de hambre se mitigará mejor
  • Evitar tener a mano frutos secos, aceitunas, galletas saladas y otros alimentos de este tipo, que se comen compulsivamente y no proporcionan sensación de haber hecho una comida.
  • Planificar los menús de toda la semana y hacer una lista con lo necesario
  • Hacer la lista de la compra cerrada
  • Evitar en lo posible los alimentos más grasos: carnes magras, embutidos, patés, quesos grasos…
  • Hacer la lista después de haber comido
  • Comprar únicamente aquello que hemos anotado en la lista
  • No llevar dinero de más
  • Comprar alimentos que requieren ser cocinados antes de ser consumidos
  • Almacenar la comida en sitios poco visibles y difíciles de alcanzar
  • Guardar los alimentos “peligrosos” en recipientes opacos
  • Tener a mano alimentos hipocalóricos
  • Planificar lo que se va comer
  • Sacar sólo los alimentos que vamos a comer
  • Calcular la comida justa para que no sobre
  • Preparar la comida cuando no se tiene hambre
  • Cambiar la forma de preparación:
  • Olvidarse de los fritos
  • Incrementar la plancha, el grill, el horno, el microondas, el vapor

Pero esto no es lo único que se trabaja desde la psiconutrición, hay otros puntos en los que el psicólogo puede aportar mucho, como pueden ser:

  •  técnicas de control y gestión de las emociones.
  • motivación a través del refuerzo de los logros conseguidos.
  •  autoestima, el autoconocimiento y la autoimagen.
  • gestión del estrés.
  • Psicoeducación sobre las causas generales del sobrepeso y los trastornos de la conducta alimentaria.
  • el manejo de la ansiedad ante la comida.
  • Psicoeducación sobre actividad física.
  • Empleo de técnicas de modificación de conducta para el incremento o reducción de comportamientos que tengan que ver con la alimentación.
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CLAVES PARA ENTENDER MEJOR EL TDAH

El TDAH, o Trastorno por Déficit de atención e Hiperactividad es un trastorno neurobiológico de carácter crónico, sintomáticamente evolutivo y de probable transmisión genética que afecta entre un 5% y un 10% de la población infantil.

Para identificarlo como trastorno deben observarse los comportamientos propios del déficit, con una mayor frecuencia e intensidad que en niños de similar edad y presentarse en dos o más ambientes (colegio y casa por ejemplo).

Sin embargo, es necesario ir más allá de la definición para poder comprender realmente el trastorno y la conducta de las personas que padecen TDAH. Aun en la actualidad existe un gran desconocimiento acerca de la prevalencia y sintomatología propia del trastorno, lo que causa en muchas ocasiones que los signos no sean interpretados correctamente.

A continuación te describo algunos tips para comprender qué se esconde realmente detrás de ciertas conductas y desmontar algunos mitos:

  • El comportamiento de las personas con TDAH responde, entre otras cosas, a causas neurobiológicas ajenas a él. La agitación y desobediencia pueden ser frecuentes y es necesario aplicar técnicas de modificación de conducta para solventarlo (el castigo sin técnicas puede empeorar el comportamiento).

¿Qué puedes hacer?

  1. Asegúrate de que entiende correctamente las instrucciones que le das.
  2. El castigo no es la técnica más eficaz para modificar su conducta; se ha comprobado que el refuerzo de conductas alternativas es mas eficiente.
  3. En caso de recurrir al castigo, es necesario cumplirlo estrictamente para que funcione.
  4. Premia en público; corrige en privado.
  • El perfil de inatención propio de las personas que padecen el trastorno puede interpretarse como una falta de interés. Para aumentar la capacidad atencional puedes:
  1. Reorientar la atención con frecuencia.
  2. Realizar descansos cada cierto tiempo.
  3. Elegir actividades estimulantes afines a los gustos del niñx.
  4. Hacerle partícipe de los avances y mejoras, comentándole lo importante que es su implicación en el progreso (por ejemplo, reforzar la concentración, la ejecución de actividades, la planificación, etc).
  • Uno de los rasgos más particulares en la conducta del TDAH es la impaciencia e intranquilidad. Para lidiar con estos síntomas puedes:
  1. Aumentar la tolerancia a la demora no respondiendo de manera inmediata a las peticiones.
  2. Reforzar la obediencia a las normas.
  3. Planificar las actividades poniendo en su conocimiento la duración de cada una de ellas.

La complejidad del TDAH hace muy difícil abarcar en profundidad cada síntoma, pero aquí tenéis algunos tips para los rasgos más frecuentes. Espero que os haya resultado interesante!

Muchas gracias!!

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LA IMPORTANCIA DE LA AUTOCOMPASIÓN

La autocompasión consiste en tratarse con amabilidad a uno mismo. A veces, somos excesivamente críticos con nosotros mismos, y nos hablamos de una forma muy negativa cuando fallamos: “soy un fracaso”, “no valgo para nada”, “soy débil”, etc. Es importante que seamos conscientes de nuestras imperfecciones y de nuestros límites, pero también de aceptarlos y comprenderlos, tal y como haríamos con alguien a quien queremos. 

¿Cómo puedo cultivar la autocompasión?

Auto-amabilidad

Se trata de reconocer que somos humanos e imperfectos, de no juzgarnos o criticarnos duramente cuando nos equivocamos, sino de ser benévolos con nosotros mismos. Comprender que las cosas no siempre salen como queremos y que tenemos derecho a equivocarnos, hará que nos sintamos menos frustrados y que podamos buscar soluciones realistas. Del mismo modo, podremos ofrecernos apoyo y cariño a nosotros mismos en los momentos más difíciles. 

Sentimiento de humanidad compartida

Ser conscientes de que la imperfección es algo que forma parte de la naturaleza y de la experiencia del ser humano. Por tanto, todos y cada uno de nosotros cometemos errores y sufrimos. Cuando nos sintamos mal, debemos recordar que es algo que todos hemos vivido en alguna ocasión, y que no estamos solos. 

Atención plena

Es un estado mental en el que observamos nuestros pensamientos y emociones, sin tratar de eliminarlos, evitarlos o negarlos, pero también sin identificarnos con ellos. Debemos entender que nosotros no somos lo que pensamos, ni lo que sentimos, ya que todo eso varía en función de la situación en la que nos encontremos. Cuando nos quedamos anclados en nuestros pensamientos negativos, dejamos de tener una visión clara del mundo y de nosotros mismos. Es importante identificar cómo nos sentimos, conectar con lo que nuestras emociones tratan de decirnos, para después dejarlas ir y no quedarnos aferrados a ellas. 

Para terminar, te animo a que pongas en práctica el siguiente ejercicio con alguno de tus “defectos”:

1. Piensa en algo que no te gusta de ti mismo y que te hace sentir mal.

2. ¿Qué emociones sientes al focalizar tu atención en ello?

3. Ahora piensa en alguien a quien quieras (pareja, amigo, familia, etc.) e imagina que tiene ese defecto, y que le está haciendo sufrir tanto como a ti.

4. ¿Le criticarías duramente? ¿O serías amable y le mostrarías tu apoyo y tu cariño?

5. Ahora dirígete a ti mismo y háblate como hablarías a esa persona. Acógete, quiérete, consuélate. 

6. Por último, convierte tu autocrítica en una valoración personal más amable, más realista, menos dañina. Esto te permitirá darle otra perspectiva y relacionarte contigo mismo de una forma mucho más sana. 

Gemma Ortiz García

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Cómo hacer una crítica constructiva

La situación sanitaria en la que vivimos ha hecho que pasemos más tiempo con nuestras familias y, aunque esto tiene múltiples beneficios, también ha incrementado los conflictos.

En el post de hoy veremos una estrategia muy útil para formular críticas que minimiza los malos entendidos, permite la expresión asertiva y facilita sentar las bases para la resolución de los problemas, al menos, en lo que depende de nosotros.

Método DEEPA:

  • D. Descripción de la situación (Cuando…). A pesar de parecer la más fácil, entraña importantes dificultades. En este paso hemos de describir OBJETIVAMENTE la situación problema, sin juicios, sin sarcasmos, sin deberías o tendrías que…, simple y llanamente la realidad de las cosas. Las personas no vivimos la realidad tal cual es, sino que la interpretamos y en esa interpretación añadimos nuestras creencias y experiencias. Es por ello que resulta el paso más complicado, ya que tenemos que desproveer a nuestra afirmación de todos estos añadidos subjetivos. Importante que hagamos una sola crítica cada vez, si no lo hacemos, se diluye nuestro objetivo y saturamos a nuestro interlocutor, con la consecuente facilidad de que reaccione a la defensiva. Es importante que la descripción sea concreta, sin descripciones vagas e imprecisas.
  • E. Emoción que experimentamos (Yo siento…). En este punto expresamos lo que sentimos ante el comportamiento del otro. A diferencia del juicio, dónde me centro en el otro, en la asertividad me centro en el yo. No culpo ni enjuicio el comportamiento de la otra persona, simplemente digo cómo me siento ante lo que hace.
  • E. Empatía (Entiendo que…). Me pongo en el lugar del otro para intentar entender su comportamiento y la no intencionalidad de daño hacia mí. Esto no solo me sirve para que la otra persona sea consciente de que la tengo en cuenta, sino que también me ayuda a rebajar mi emoción al ser consciente del posible punto de vista del otro.
  • P. Petición (Me gustaría que…). Sin exigencias y de manera explícita pido lo que necesito del otro o cómo me gustaría que fuesen las cosas. Al igual que la descripción, tiene que ser algo concreto, sin irnos por las ramas, de tal forma que el otro tenga claro lo que quiero y, al mismo tiempo, nos permita comprobar si se va cumpliendo o no nuestro objetivo.
  • A. Alternativas (Que te parece si…). Propongo una posible forma de conseguir el cambio, implicándome en ella y estando abierto a las propuestas de la otra persona.

Veamos un ejemplo para verlo más claro:

Situación problema: Mi pareja no colabora en las tareas domésticas y, (1) acabo haciéndolas yo, (2) se nos acumulan generando un ambiente de caos y desorden que me agobia y/o (3) se convierte en un tema de conflicto constante.

  • D. Cuando te toca hacer las tareas de casa y no las haces
  • E. Me enfada y me siento sola en este tipo de responsabilidades
  • E. Entiendo que vengas cansado de trabajar y que no te apetezca hacerlas
  • P. Me gustaría que nos encargásemos de ellas al 50% (veis que no decimos «pero me gustaría». El «pero» quita importancia a lo que hemos dicho previamente y enfatiza lo posterior y no es nuestra intención que sea así)
  • A. ¿Te parece si este fin de semana nos sentamos para ver una repartición que se ajuste mejor a nuestros horarios y necesidades y, que al mismo tiempo, nos haga que sea más fácil cumplirlas?

Esperamos que os sea de utilidad esta estrategia y recordad que el objetivo de la asertividad no es tanto lograr nuestros objetivos (aunque sí lo facilita) sino expresarnos de manera respetuosa con nosotros mismos y con el otro.

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PORQUÉ NUESTROS HIJOS DEBERÍAN ABURRIRSE

En la actualidad vivimos un momento sanitario y social delicado, tenemos que evitar y vigilar nuestros contactos, tenemos a miedo a ir a sitios, todo esto debido a la pandemia que llevamos viviendo casi un año y que está afectando al mundo entero. Los niños además pueden ser una fuente de contagio, y por ello, apenas se organizan extraescolares y la práctica de deportes se ha visto muy limitada.

Los niños pasan mucho tiempo en casa y a raíz del confinamiento el acceso a las nuevas tecnologías ha aumentado sobre todo en los menores de manera exponencial. Se han visto obligados a tener clases online. Como ya no pueden jugar con sus amigos, el uso de las consolas, aplicaciones y juegos virtuales se ha convertido en su día a día.

La rutina de un niño en la actualidad se ve probablemente reducida a: llegar a casa del colegio, hacer las tareas, merendar, jugar a la play/consola, ver la tele, cenar y acostarse.

El fin de semana los planes se han visto muy reducidos por la situación actual, las familias no se reúnen con sus amigos o familiares cercanos y pasamos mucho tiempo en casa. Como es lógico los, padres se preocupan en las actividades de los hijos y muchos se inquietan en que los hijos no se aburran. Pero, ¿Es malo que un niño se aburra?

En esta entrada voy a exponer los beneficios de que los niños se aburran ya que considero que es un tema que llama la atención y del cual hay bastante desinformación.

Pensamos que el hecho de que un niño este aburrido significa que los padres estamos haciendo algo mal, y no tiene por qué. En la actualidad adultos y niños recibimos estímulos de manera permanente y nos hemos acostumbrado a ello. ¿Qué ocurre cuando no se da el caso?

Un niño puede aburrirse por distintas razones: se ha cansado de su juego y no le parece interesante, quiere que sus padres jueguen con el, no encuentra ninguna actividad con la que distraerse y pasar el rato, no se encuentra bien.. El no hacer una actividad o no tener una distracción no tiene porqué ser negativo.

Es conveniente buscar el equilibrio entre: la falta de estímulos y la sobreestimulación. En ocasiones los padres podemos cometer el error de sobreestimular a los niños y llenar su tarde o su día de actividades para que no se aburran y porque no esta bien valorado socialmente que un niño se aburra.

Sin embargo, sobreestimulando a un niño le hacemos un flaco favor. Dándoles todo hecho y planificado conseguimos que los niños sean más dependientes y estén sobreprotegidos. Para nosotros los adultos puede ser frustrante ya que a veces lo que les proponemos no les gusta o quieren otra cosa que quizás no es la adecuada.

Por otro lado, tampoco es positivo que les ignoremos cuando están aburridos. En muchas ocasiones un ‘me aburro’ significa: estoy triste, estoy molesto, tengo miedo o tengo hambre. No tenemos que dejar de atender a nuestros hijos emocionalmente y es importante que seamos unos padres disponibles, les escuchemos y sepamos reconocer la emoción que hay detrás. Ignorándoles podríamos provocar que nuestros hijos tengan carencias afectivas.

Cuando un niño nos dice: ‘estoy aburrido’ los padres pensamos qué podemos darle para que se distraiga, ¿encendemos la tele? ¿le dejamos la tablet o el móvil? Sin embargo, no sabemos que permitir que se aburra es una gran oportunidad.

Muchas veces cometemos el error de darles todo ‘masticado’ a nuestros hijos, subestimamos sus capacidades y no promovemos su autonomía. Pero la realidad es que el hecho de que un niño se aburra hace que desarrolle su creatividad y su imaginación. Buscar soluciones y alternativas a esa realidad le será muy útil el día de mañana.

El desarrollo de la creatividad en los niños es esencial para su futuro, además de ser una cualidad muy demandada en los ámbitos laborales. Las personas creativas saben desenvolverse mejor en el día a día y antes diferentes situaciones y son capaces de poner en práctica sus habilidades y competencias para resolver los problemas con los que se van encontrando. El aburrimiento también fomenta la paciencia, la perseverancia, ayuda a descubrir posibilidades y afianza el aprendizaje.

El tiempo libre es un lujo que no sabemos valorar, muchas de nuestras ideas surgen en estos momentos y en ese tiempo libre un niño puede desarrollar capacidades muy positivas para su crecimiento.

Los niños deben aprovechar el aburrimiento para crear e inventar. Los niños de hoy en día están saturados de tareas y actividades, cuando se aburren no saben gestionar la situación, demandan a sus padres actividades y tienen muy poca tolerancia a la frustración.

En esta entrada en la que hablamos del aburrimiento, no me refiero a que sea positivo y debamos promover que nuestros hijos se aburran, si no a dar valor y permitir esos momentos en los que no tienen nada que hacer. Son momentos de desconexión sin ruidos, ni estímulos, ni obligaciones en los que permitimos a nuestro cerebro relajarse. Es importante que los niños tengan estos momentos para ellos, conectar consigo mismos y a estar solos. Estos momentos son un descanso necesario para su cerebro y les permite resetear la mente, desarrollar la autonomía, la autorregulación, el pensamiento propio y la imaginación.

Es interesante que cuando un niño se sienta aburrido sin la dirección de un adulto, sepa mirar en su interior para que le saque de su apatía y tenga ideas nuevas, planes y soluciones.

Por todo lo expuesto anteriormente, es interesante restringir el tiempo de videojuegos y consolas así como el uso del móvil y la tablet, optar por ofrecerles otro tipo de actividades y promover estos momentos que pueden ser muy beneficiosos para su desarrollo.

Cuando se encuentren en estos momentos y empiecen a frustrarse, podemos animarles y ayudarles a salir de ellos haciéndoles preguntas abiertas y animándoles a que busquen una solución por si mismos.

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¡Ánimo padres!

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MIS MECANISMOS DE DEFENSA

¿Qué son los mecanismos de defensa?

Son estrategias, principalmente inconscientes, que usamos para defendernos de situaciones, emociones, impulsos o pensamientos que producirían una angustia, malestar o estrés. Recurrimos a ellos cuando percibimos dañino, inadecuado o desbordante algún estímulo. El propósito de los mecanismos de defensa es proteger la mente o la idea que tenemos de quiénes somos, de una ansiedad excesiva o de posibles sanciones sociales, y proporcionar un refugio o alivio momentáneo frente a una situación que consideramos potencialmente peligrosa para nuestra autoestima. Sin embargo, el precio que pagamos al utilizarlos, es un oscurecimiento de la conciencia, es decir, reducimos nuestra capacidad de percatarnos, de darnos cuenta.

Mecanismos de defensa:

Introyección:

Todos  los dichos y expresiones que tantas veces hemos escuchado constituyen introyectos. Es decir, ideas que hemos recibido del entorno –a menudo familiar-, sobre cómo debemos ser y cómo han de ser las cosas. Estos mensajes, nos los hemos tragado pasiva e indiscriminadamente. Algunos ejemplos de introyectos son: “Tienes que ser bueno”, “Quien bien te quiere te hará llorar”, “Los hombres nunca lloran”, “El mundo es la ley del más fuerte”, “Es de bien nacido ser agradecido” etc.

El antídoto en terapia Gestalt a la introyección sería “masticar” todo eso que hemos tragado, es decir, atrevernos a cuestionar aquello que nos han dicho que somos, para incorporar lo que nos sirva y desechar lo que no.

Proyección: 

Se trata de poner, sin darnos cuenta, en los demás aspectos que son de uno mismo. Por ejemplo: “Mi compañero de trabajo me mira mal, yo creo que no le caigo bien, así que no pienso saludarle cuando lo vea”.  La persona que proyecta hacia el/la otro/a “cede” sus ojos, ya no puede ver sino que se siente vista. De este modo, renunciamos a nuestra responsabilidad y le cedemos el control de la situación al otro. Es necesario que nos hagamos cargo, y en el ejemplo, la persona necesita responsabilizarse de su propia hostilidad hacia el compañero.

Proyección e introyección forman parte del mismo fenómeno según la terapia Gestalt. Si me he “tragado” que tengo que ser bueno, entonces proyectaré mi parte de maldad en los demás. El antídoto para la proyección en terapia Gestalt consiste en reapropiarse de lo proyectado y asimilar partes que hemos negado de nosotros mismos. 

Confluencia:

La confluencia es una pérdida de los límites entre yo y el entorno, en donde existe una fusión con lo externo. Para la persona confluyente, los límites y las barreras que la separan del otro no existen. Se contagia de la emoción del otro, se funde en el conflicto ajeno, y la persona se queda “pegada”, le cuesta diferenciarse. Por ejemplo: “La verdad es que no me apetece ir a la fiesta, pero si se lo digo a mis amigos, se molestarán”, “NOSOTROS no estamos de acuerdo”.

El antídoto a la confluencia en terapia Gestalt es saber decir  “no”, atreverse a expresar una opinión diferente, atreverse a confiar en el propio criterio. En definitiva, aprender a diferenciarse del entorno y a elaborar una identidad propia e individual.

Retroflexión:

Es una vuelta del individuo contra sí mismo. Una agresión hacia nosotros, cuando en realidad convendría dirigirla hacia el exterior en forma de límites. Por ejemplo: “¿cómo he podido ser capaz de permitirle a mi marido que me grite?” “¿Quién me manda pasear por la calle a esas horas? Si hubiera sido más prudente…”. Las enfermedades somáticas obedecen a retroflexiones,  puedo tener una úlcera o deprimirme en lugar de enfrentarme a quien me perjudica.

El antídoto a la retroflexión en terapia Gestalt consiste en redirigir ese movimiento insano que hacemos con nosotros mismos hacia el exterior. Apropiarse de la propia agresividad (que no violencia).

Deflexión:

Según la terapia Gestalt,  la deflexión es una forma de enfriar el contacto con el otro, una manera de evitar relacionarme auténticamente con los demás, de escaparme de la intimidad.

Algunos ejemplos pueden ser reírme cuando estoy contando algo doloroso, irme por las ramas, hablar de cosas abstractas, hablar del futuro o del pasado evitando hablar de lo que ocurre en el presente, evitar el contacto visual, etc. El resultado de la deflexión es una desconexión de mi mismo y de los demás, que se traduce en aburrimiento, apatía o somnolencia.

El antídoto en terapia Gestalt a la deflexión,  es generar  un contacto auténtico en la relación terapéutica, en donde los asuntos difíciles no sean evitados, sino tratados. Esto genera una revitalización en la persona, más conectada y más presente.

Tomar conciencia de qué mecanismos estoy utilizando y cómo lo hago me ayuda a mantenerme en contacto con mis necesidades, dar respuesta a ellas, y autorregularme en función del entorno.

María Hernández Guerrero.

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